Hace ya trece años que pisé por primera vez el Tomás Bretón
porque, como cualquier padre primerizo con un niño que cumple tres años ese
año, hay que buscar colegio. Tampoco tenía muchas referencias sobre ninguno de
la zona, y es verdad que este es el que está más alejado de mi casa, pero una
vecina, del gremio de la enseñanza, me dijo: “echa la instancia en el Tomás
Bretón, no lo dudes. Este año va un director nuevo y me han hablado fenomenal
de él”. Eché la solicitud, tuvimos plaza, y así empezó mi relación con este
cole y con este dire.
No recuerdo en qué momento conocí a Miguel Ángel. Sé que me
encontré con un director amable, cercano, locuaz, dispuesto, trabajador. Llegaba
al cole con una niña que aún no tenía tres años y con un bebé de poco más de un mes en brazos…y
en poco tiempo se sabía el nombre de la alumna y de su hermana bebé. A mí
también me llamaba por mi nombre. Pero no era solo yo: Miguel Ángel conocía el
nombre de cada niño, de cada padre, de
cada familia. Y eso, la verdad, nos impresionaba. Como también llamaba la
atención de los madrugadores que, al llegar a las siete y media ya le veían
barriendo el patio, colocando sillas, organizando comedor, pero es que, además
llevaba ya un rato haciéndolo.
Hemos convivido casi día a día durante trece años que se
dice pronto y estos últimos más estrechamente si cabe. Aquella niña que comenzó
el cole a la vez que tú la dirección ya se
ha hecho mayor y no está en el cole. Y aquel bebé que yo llevaba en brazos,
tampoco. Supongo que algo habremos envejecido nosotros también, pero yo
te veo igual: Lleno de energía, de proyectos, de ideas. No sé si durmiendo y en
vacaciones serás capaz de olvidar un ratito el cole: una pizarra digital,
reponer la arena en el arenero, pintar las rayas del patio, quitar la rampa,
hay que comprar platos nuevos, las clases necesitan una mano de pintura…
En estos años hemos compartido ratos muy buenos y también ha
habido momentos difíciles. Por lo diplomático que eres, mucha gente no se
imagina lo que has luchado por asuntos que, desde fuera, te hacían parecer
indiferente. Por su discreción a veces es complicado saber lo que hace, es
difícil saber cómo lo hace, pero es imposible prescindir de lo que consigue.
Gracias a Miguel Ángel
el Tomás Bretón salió de un largo periodo de trincheras y obras
convertido en un referente en el distrito y aún en Madrid por su calidad, su
oferta educativa y de actividades. Somos un colegio al que mucha gente quiere
venir.
Siempre hay un difícil equilibrio en un profesor, mucho más
si es director: el equilibrio entre la autoridad y la cercanía, entre el
señorío y el tuteo, y Miguel Ángel lo ha conseguido.
Es posible que en años venideros veamos otro Tomás Bretón
más grande, con más líneas, con un gran salón de actos, con un magnífico
director gerente que gobierne un complejo educativo más voluminoso, más
eficiente, un director maravilloso que no saldrá a recibir a los niños a las filas, que no los
conduzca a sus clases, que no conozca sus nombres.
En este tiempo de patrias, banderas, muros y fronteras,
quisiera citar a Rilke para recordar que no hay más patria que la infancia. Si
es así, Miguel Ángel, ha conseguido colarse en centenares, miles de patrias, y allí
se quedará para siempre.
JUNTA DIRECTIVA NUEVA APA TOMÁS BRETÓN